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PSORIASIS.

Actualizado: 22 nov 2024

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta aproximadamente al 2-3% de la población mundial. Se caracteriza por la aparición de placas eritematosas cubiertas por escamas blanquecinas, comúnmente localizadas en codos, rodillas, cuero cabelludo y región lumbar. Aunque su manifestación principal es cutánea, la psoriasis se asocia con diversas comorbilidades sistémicas que impactan significativamente la calidad de vida de los pacientes.


Etiología y Patogénesis

La etiología de la psoriasis es multifactorial, involucrando una compleja interacción entre factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Estudios han identificado múltiples loci genéticos asociados con la susceptibilidad a la psoriasis, destacando el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) en el cromosoma 6p21, particularmente el alelo HLA-C*06:02, que se ha relacionado con formas de inicio temprano de la enfermedad (Nair et al., 2006).

Desde el punto de vista inmunológico, la psoriasis se considera una enfermedad mediada por células T, especialmente las células Th1 y Th17. Estas células liberan citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interleucina-17 (IL-17) e interleucina-23 (IL-23), que promueven la proliferación y diferenciación aberrante de los queratinocitos, resultando en la formación de las placas características de la enfermedad (Lowes, Suárez-Fariñas & Krueger, 2014).


Manifestaciones Clínicas

La psoriasis presenta diversas formas clínicas, siendo la psoriasis en placas la más común. Otras variantes incluyen la psoriasis guttata, inversa, pustulosa y eritrodérmica. Además de las manifestaciones cutáneas, aproximadamente el 30% de los pacientes desarrollan artritis psoriásica, una condición inflamatoria que afecta las articulaciones y puede conducir a daño articular permanente si no se trata adecuadamente (Gladman, Antoni, Mease, Clegg & Nash, 2005).


Comorbilidades Asociadas

La psoriasis se asocia con diversas comorbilidades sistémicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, diabetes tipo 2, obesidad y depresión. La inflamación sistémica crónica observada en la psoriasis puede contribuir al desarrollo de estas condiciones. Por ejemplo, estudios han demostrado una mayor prevalencia de aterosclerosis subclínica en pacientes con psoriasis, lo que incrementa el riesgo de eventos cardiovasculares (Mehta et al., 2011).


Impacto en la Calidad de Vida

La psoriasis tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, afectando aspectos físicos, emocionales y sociales. La visibilidad de las lesiones cutáneas puede llevar a estigmatización, ansiedad y depresión. Herramientas como el Índice de Calidad de Vida en Dermatología (DLQI) se utilizan para evaluar este impacto, evidenciando que los pacientes con psoriasis moderada a severa experimentan una disminución considerable en su calidad de vida (Rapp, Feldman, Exum, Fleischer & Reboussin, 1999).


Opciones Terapéuticas


El tratamiento de la psoriasis se basa en la severidad de la enfermedad y las características individuales de cada paciente. Las opciones terapéuticas incluyen tratamientos tópicos, fototerapia, agentes sistémicos y terapias biológicas.

  • Tratamientos Tópicos: Incluyen corticosteroides, análogos de la vitamina D, inhibidores de la calcineurina y retinoides tópicos. Estos son generalmente utilizados en casos de psoriasis leve a moderada (Menter et al., 2009).

  • Fototerapia: La exposición a luz ultravioleta B (UVB) de banda estrecha es efectiva en el tratamiento de la psoriasis moderada. La terapia PUVA, que combina psoralenos con UVA, también se utiliza, aunque su uso ha disminuido debido a preocupaciones sobre efectos secundarios a largo plazo (Parrish, Fitzpatrick, Tanenbaum & Pathak, 1974).

  • Agentes Sistémicos: Incluyen metotrexato, ciclosporina y retinoides orales. Estos tratamientos se reservan para casos de psoriasis moderada a severa debido a su perfil de efectos secundarios (Saurat et al., 2008).

  • Terapias Biológicas: Estos agentes, como los inhibidores de TNF-α (etanercept, infliximab, adalimumab), inhibidores de IL-12/23 (ustekinumab) e inhibidores de IL-17 (secukinumab, ixekizumab), han revolucionado el tratamiento de la psoriasis severa al dirigirse a vías inmunológicas específicas involucradas en la patogénesis de la enfermedad (Griffiths & Barker, 2007).


Avances Recientes en el Tratamiento

En los últimos años, se han desarrollado nuevas terapias dirigidas a moléculas específicas involucradas en la patogénesis de la psoriasis. Por ejemplo, los inhibidores de IL-17, como secukinumab e ixekizumab, han demostrado una eficacia significativa en ensayos clínicos, logrando una mejoría rápida y sostenida en las lesiones psoriásicas (Langley et al., 2014). Además, los inhibidores de IL-23, como guselkumab y tildrakizumab, han mostrado resultados prometedores, ofreciendo nuevas opciones terapéuticas para pacientes con psoriasis moderada a severa (Blauvelt et al., 2017).


Blauvelt, A., Papp, K. A., Griffiths, C. E



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